viernes, 16 de abril de 2010

La "Nevería" de la Calle Mayor

Seguramente el título de esta entrada no le dirá nada a la gran mayoría de los cordobeses, pero si se limitan éstos a los habitantes de cierta edad del barrio de San Lorenzo la cosa cambia. La mayoría de estos vecinos rápidamente asociarán la "Nevería" con una gran casa de vecinos conocida popularmente por dicho nombre, situada en la calle Mayor (María Auxiliadora) y que fue derruida en la década de los 90 del pasado siglo. Y los vecinos de más edad añadirán, con razón, que lo de "Nevería" viene precisamente porque allí hubo anteriormente una fábrica de hielo, que algunos (desgraciadamente ya pocos) incluso puede que la hubiesen visto funcionar.


Imagen 1. Aspecto actual del solar en el que se ubicaba la "Nevería".


Afortunadamente, esta "Nevería" es citada de pasada en un interesante artículo referente al comercio de la nieve en Córdoba (http://www.arqueocordoba.com/publ/publolPDF/pizarro-nievecordoba.pdfl/publolPDF/pizarro-nievecordoba.pdf). Hasta el siglo XIX, el uso de pozos situados en zonas frías donde se acumulaba la nieve caída era el único sistema para disponer de hielo. A partir de este siglo, el desarrollo industrial posibilitó producirlo artificialmente, enfriando agua que se movía por máquinas de vapor a lo largo de unos serpentines. Y aquí es donde aparece por primera vez nuestra "Nevería", indicándose en el citado artículo que la primera fábrica de hielo "artificial" que pidió instalarse en Córdoba se ubicaba en la esquina de las calles Mayor y Alvar Rodríguez, y que partió de la iniciativa de la compañía francesa de Mr. Caville y Cía.

Lo notable del caso, se apunta en el artículo, es que esta fábrica se instaló sólo un año después de que un tal Carré patentara este método de obtención industrial de hielo. Es más, en el artículo se indica que la primera fábrica española de este tipo de la que se tenía constancia documental se instaló en Tarrasa en 1874, y los datos de la "Nevería" de Córdoba (un expediente completo en el Archivo del Ayuntamiento) son por lo menos de una década anterior.

Estas fechas tan tempranas se corroboran hojeando ejemplares digitalizados del antiguo Diario de Córdoba. He aquí un anuncio nada menos que de Julio de 1863, que sitúa la fábrica en el número 153 de la calle Mayor de San Lorenzo:


Imagen 2. Diario de Córdoba. 18 de Julio de 1863.


Y se ve que debía haber las reticencias lógicas de los consumidores ante ese hielo "artificial", porque volvieron a insistir con nuevos anuncios, éste de Junio de 1864, que resalta sus bondades frente al "natural" de toda la vida:



Imagen 3. Diario de Córdoba. 10 de Junio de 1864.

Pero aún hay más. En la también digitalizada Guía de Córdoba y su Provincia 1891-1892, que se puede consultar en la Biblioteca Virtual de Andalucía, y que es una especie de páginas amarillas de la época, aparece otras vez nuestra "Nevería" (páginas 268 y 270), como fábrica de hielo, y también de gaseosas, que sigue ubicada en el 153 de la calle Mayor y cuyo dueño era Justo González Molada (¿era un empleado de los franceses o un particular al que le traspasaron éstos la fábrica?). Este Justo González, según se indica más adelante en un índice onomástico (página 302), era Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos y vivía en la calle Moros número 4.

Hasta aquí las únicas fuentes documentales encontradas en la Red sobre la "Nevería". En los Paseos, por ejemplo, cuya primera parte se editó en 1873, no aparece citada, aunque teniendo en cuenta que el libro lo fue confeccionando Don Teodomiro a lo largo de gran parte de su vida durante sus intermitentes estancias en nuestra ciudad, es posible que partes del mismo (como la que nos ocupa) fueran escritas mucho antes de ser publicadas. Tampoco se cita la "Nevería" ni nada similar, y esto ya es un lapsus más grave, en el Informe Arqueológico que sobre su solar llevó a cabo el propio Ayuntamiento cuando lo adquirió y echó abajo lo que quedaba de la casa.
(http://www.arqueocordoba.com/proy/convenio/oficinaarq/informes/50703-mauxiliadora/docs/Informe.pdf).

Y llegamos así hasta el siglo XX donde en algún momento la fábrica dejaría de abarcar su primitiva extensión, y manteniendo la austera portada de tipología industrial que daba la calle, en los amplios espacios del interior se comenzaron a construir o adaptar diferentes edificaciones como viviendas de vecinos, en una organización algo caótica de galerías, edificios de varias alturas, patios y escaleras. Por suerte aún se puede contar con testimonios orales como los de dos antiguos vecinos, "Chicote" y Morrugares, que ayudan para arrojar algo de luz sobre el tema. Por ellos podemos saber que la fábrica, o mejor dicho, los restos de la misma, se limitaban ya a mediados del XX a una especie de sótano que se encontraba a la izquierda, tras avanzar unos metros desde el ancho portalón de acceso a la casa. Como muy tarde, la fábrica ya no estaba en funcionamiento desde poco después de acabar la Guerra.

Nos cuentan que el sótano tenía cierto peligro por si se caía alguien, y por eso los vecinos construyeron encima del mismo una pequeña construcción para servir como especie de azotea, y que por unas ventanas que tenía esta nueva construcción, casi a ras de suelo, se podía seguir viendo dicho sótano con los serpentines y demás maquinaria abandonada.

Y hablan también de una cuestión que no se había planteado hasta ahora. Como fábrica de hielo, éste, por muchos adelantos industriales que haya, se sigue obteniendo a partir de agua. ¿De dónde la sacaban? Sabemos que por la calle Mayor iban tuberías del venero de la Palma (Pedroches) pero las escuetas pajas de aguas que se concedían a los partícipes no daban para ningún proyecto de este tipo. Nuevamente nos dan la respuesta: "por la misma solería del sótano circulaba en una especie de canal una corriente o arroyo de agua, continuamente. Siempre había agua, incluso en épocas de sequía cuando escaseaba el agua en otros sitios. Por eso, en la azotea que se construyó encima se puso un brocal de pozo, para que los vecinos pudiesen seguir sacando agua de ahí".

Surge entonces la curiosidad ¿qué venero tan importante es éste que ni López Amo cita?¿tiene que ver con el pozo que aprovecha (o aprovechaba) el Colegio Salesiano y cuyo acceso se localiza entre las bancas de su teatro (hoy Teatro Avanti)? Como hemos dicho, en los Paseos no se habla de la "Nevería", pero sí de una gran fábrica de curtidos por la que corría un caño que formaba una gran hondonada a la mediación de la calle Mayor. Y el citado Informe Arqueológico también habla de que durante las excavaciones se identificó... un antiguo arroyo colmatado de grava en época bajomedieval (parece que no hay en Córdoba excavación arqueológica que se precie sin su antiguo cauce correspondiente). ¿Está todo relacionado? ¿hubo antes de la "Nevería" una fábrica de curtidos en el mismo sitio? Son preguntas para que responda quien realmente pueda saber de esto.


Imagen 4. Vista cenital de la excavación arqueológica (2005). Lámina del informe de excavación. Convenio GMU-UCO.


Para terminar algunas cosas más, y no alargar ya más de la cuenta la entrada. José Cejas Jiménez fue el casero que, hasta su fallecimiento, tuvo las llaves para acceder al sótano. "Don José" es el nombre que los vecinos recuerdan como el del último dueño de la casa, y su yerno, casado con su única hija, fue Ernesto García Cornejero, que llegó a ser Director del Instituto Góngora... En fin, muchas historias para un solar en el que el Ayuntamiento tiene previsto construir viviendas de protección oficial y aparcamientos, y que quizás dentro de pocos años sea un solar anónimo más que pierda definitivamente la memoria de lo que fue: el asiento de una iniciativa empresarial novedosa en España en la que Córdoba fue pionera.


(Esta entrada se publica simultáneamente en los blogs cordobeses Puente Mayor y Luchemos por Córdoba, que de forma conjunta, la han elaborado).

viernes, 9 de abril de 2010

Las fuentes de Córdoba

Cambiando de tercio respecto al tono crítico de otras entradas, en ésta quisiera destacar algo que tenemos en Córdoba y que quizá pase algo desapercibido, pero que en cuanto uno sale fuera de nuestra ciudad lo echa rápidamente en falta: la presencia de fuentes públicas donde poder saciar la sed...

En efecto, en las últimas décadas, sin importar quién estuviese en la Alcaldía, todos han seguido la fructífera política de, en la medida de lo posible, tratar de dotar de fuentes a todos los barrios de la ciudad. Fuentes que son especialmente gratas cuando uno transita en verano con más de 40 grados por unas calles donde, por desgracia, ni la arboleda (?) ni el pavimento suelen acompañar. Y esta aparición de una fuente salvadora, que podríamos creer que es algo común y casi obligado (para eso se pagan impuestos, alegará alguno), no es así en la mayor parte de los lugares que he visitado.

Recuerdo especialmente un viaje a la bellísima ciudad de Toledo, en la que cuando el sol cae a plomo en medio de esos páramos desolados, da con fuerza. Pues bien, subiendo sus empinadas calles aprendimos en nuestras carnes los fundamentos básicos de la teoría económica. No había fuentes por ningún lado. Las botellas de agua valían un determinado precio en las tiendas cerca de la Puerta Bisagra, antesala de la larga subida a la ciudad. Conforme subíamos y el calor apretaba, los puestos vendían el agua algo más cara. Arriba del todo, ya asfixiados, la botella que tuvimos que comprar ya costaba el doble. Había aumentado la demanda, y por tanto subía el precio: pura lógica económica.

Y esto igual, que me acuerde, en Salamanca, en Segovia, en Ávila, en Cáceres, en Badajoz... Ojo, que no digo que no haya ninguna fuente en esas ciudades, pero que si las hay debe uno buscarlas expresamente o encontrárselas por casualidad, porque no hay el mismo número que en Córdoba, ni se distribuyen por todas las zonas. Ni siquiera en Sevilla tienen la proporción de fuentes que hay aquí, teniendo en cuenta el tamaño de esa ciudad. Lo mismo pasa saliendo al extranjero, como en París, donde andando todo el día sólo pudimos dar con una fuente perdida, muy baja e incómoda, y que parecía de esas que hay en los mercados para lavar los productos. Sólo en Roma encontramos una proporción de fuentes similar a la de Córdoba, pero la mayoría de ellas muy viejas y con un aspecto sospechoso de abandono, y funcionando como funciona Italia, por supuesto sin ninguna indicación de si aquello era o no potable.

En fin, que las fuentes es algo de lo que debemos estar razonablemente satisfechos en Córdoba, y que la acertada política municipal al respecto merece ser destacada. Sólo quisiera apuntar algo que se podría hacer, pero que ya sería, como se dice, para sacar nota. Y sería aprovechar el agua de los veneros que se desperdician en la ciudad (no hablo ya de los de la sierra).


Imagen. Fuente en la confluencia de la calle Osario con Ronda de los Tejares.


Pues bien, y como ejemplo, el acueducto cuyos restos pueden verse en el sótano de la Estación de Autobuses seguía llevando agua cuando lo desenterraron, terminado su recorrido en los estanques de la calle Cairuán. Así que pusieron los restos de la conducción en valor (de manera ejemplar) y desviaron el agua por una tubería que salva la Estación por un lateral. El problema surgió cuando después se encontraron con que la tubería debía salvar la obra del soterramiento de otra Estación, en este caso la de trenes. Por la profundidad a la que quedó esta obra con las vías soterradas los técnicos de la empresa de aguas se vieron obligados a realizar un sifón para que la tubería pudiese cruzar todo el complejo ferroviario, pasando de la Avenida Vía Augusta a la de América.

Pero bien sea porque el sifón lo hicieron defectuoso, porque las aguas del venero (como todos) llevan mucha cal y la conducción se atora, o bien porque los de operarios de la Estación aprovechan el agua (lo cual me han comentado, pero no he podido confirmar) el caso es que a la Avenida de América ya sólo llega un hilillo de toda el agua, y se decidió que lo mejor era conectarla en esta Avenida al colector de alcantarillado (no llega ya, por tanto, a los estanques de la calle Cairuán como se indica aún en algunos sitios de la Red).

Así que una idea sería aprovechar esta agua y a la altura de la Vía Augusta (vaya nombrecito con tronío) surtir con la misma una fuente ornamental donde se indicase su larga historia ininterrumpida, romana, visigoda, musulmana y cristiana. Pocas ciudades pueden aportar algo similar. Pero esto, insisto, sería ya para nota.