miércoles, 10 de noviembre de 2010

Los olvidados árboles de Córdoba

Este pasado verano adquirieron cierta notoriedad varias noticias cuyo denominador común fue el arbolado de nuestra ciudad. En primer lugar, la lucha de unos vecinos en la calle Marquesa de Valdeiglesias por evitar una tala indiscriminada como consecuencia de las obras de una acometida de aguas. Su coraje tuvo éxito, y la sinrazón debió recular. Posteriormente, la noticia prendió con mucha más fuerza en el Parque Cruz Conde, como reacción a un proyecto de remodelación basado en el granito, el hormigón y la eliminación de masa vegetal; y sobre todo en la desinformación interesada. Aún prosigue la guerra de los grupos ciudadanos que levantaron valientemente su voz. La tercera y última noticia, por último, tuvo como origen la “negligencia” de unas constructoras que, “por error”, dañaron de forma irremediable unos venerables olmos junto al Cementerio de San Rafael. Tuvieron que arrancarse para evitar daños mayores. El Ayuntamiento, justamente, inició un expediente de sanción. Pero la cosa, por fortuna, no queda ahí: tanto trasiego arbóreo ha provocado que un puñado de ciudadanos ejemplares se hayan sentido interpelado y han constituido una plataforma en defensa de nuestro arbolado:

Plataforma en defensa del árbol en Córdoba:
http://www.facebook.com/group.php?gid=131639980218001

… Seguramente, el primer árbol citado en Córdoba sea el plátano que, según el poeta Marcial, plantó Cayo Julio César durante una de sus estancias en nuestra ciudad, probablemente cuando estuvo destinado como pretor de la Ulterior. Pero es un caso aislado. Lo que es plantar árboles con cierto criterio en la ciudad o sus alrededores sólo llegó con los aires de la Ilustración de finales del XVIII. En épocas anteriores, dentro de las murallas las fuentes sólo hablan de árboles que crecen salvajes, como los álamos que en la calle Enrique Redel flanqueaban el cauce estacional del arroyo de San Lorenzo. Alguna higuera o cabrahigo desperdigado. Y algún frutal que asomara más de la cuenta por parillas o muros, como los perales o cidros que dieron nombres a sendas calles en las Costanillas y San Andrés. Poco más. En los ruedos que circundan las murallas, por el contrario, sí se refieren plantaciones más o menos regulares de higueras, moreras (¡qué industria de la seda desaprovechada!), cidros, naranjos, limoneros, duraznos (especie de melocotonero), guindos, olivos, ciruelos, membrillos, nogales, almezos... Y subiendo más arriba por la sierra abundan las encinas y alcornoques, a los que acompañan acebuches, algarrobos, pinos, avellanos y castaños, majuelos, junto a los arroyos fresnos y sauces…

Pero volviendo a la ciudad, es en el siglo XVIII, como se ha señalado, cuando se crea en el Barrio de San Antón el primer paseo como tal, flanqueado por álamos. Se elige esa zona de Córdoba (hoy más bien olvidada) porque la Puerta Nueva era, desde los tiempos de Felipe II, el principal acceso por el camino de Madrid. Y había que poner presentable la entrada a los ilustres visitantes, sobre todo regios. Más tarde, el ferrocarril cambió el medio habitual de transporte, y el haza de la Agricultura y el antiguo ejido de la Victoria, ambos en el trayecto de la estación al casco urbano, se empezaron a engalanar con jardines y arboledas para recibir con algo de decoro a los nuevos visitantes motorizados.

De estos tiempos es un interesante informe de 1882, recogido en el libro "Córdoba en el siglo XIX, modernización de una trama histórica", en el que se citan las especies arbóreas que, con criterios botánicos, se consideraban más adecuadas para dichos jardines (1): olmos, álamos, arces, plátanos, castaños de indias, tilos, catalpas, manchuras (¿?) y paraísos. Es también en esta época cuando comienza a introducirse por nuestras latitudes el ailanto, especie de origen oriental avalada por sus cualidades de fácil plantación y crecimiento… tanto que hoy son una plaga: no hay solar abandonado donde no surjan brotes de esta especie sin ningún control.

Imagen1. Ailantos en un solar abandonado. Una estampa recurrente.

Aunque tarde, ciertamente la ciudad empieza ya a poseer una masa arbolada con cierto empaque, y ya en el siglo XX se acentúa la plantación de nuevos ejemplares. Olmos y plátanos, siguiendo la estela de los pioneros álamos blancos y negros se disponen profusamente en avenidas y calles de cierta importancia. En las fabriles Ollerías se plantan infinidad de acacias y arces (negundos). Las palmeras, siguiendo la tradición, se reservan para zonas ajardinadas con cierta “solera”. Los cipreses continúan con su aire funerario. Los eucaliptos se plantan por sus propiedades, dicen, balsámicas, además de sus usos industriales. Sueltos aquí y allá, algún fresno, alguna acacia espinosa, moreras papeleras, naranjos, aún menos limoneros, tilos en algún jardincito… y sobre todo las rústicas moreras, higueras, olmos y almezos que en ocasiones se incorporan como “extraños” a la ciudad a la par que sus antiguas huertas de las “redondas”, pero que en otras ocasiones son injustamente eliminados en nuevos barrios que junto al hormigón traen sus propios árboles. Y más especies empiezan a expandirse, algunas ya con carácter más “ornamental”, como los ciruelos japoneses, los paraísos o cinamomos (melias), los cedros, aligustres…


Imagen 2. Antiguos almezos junto a la piscina de Lepanto.

Llegamos a los tiempos actuales. Según ha aparecido recientemente en prensa, Córdoba cuenta con una apreciable relación de un árbol por cada cinco habitantes. Dato que hay que celebrar, pero con matices. Primero porque no es lo mismo el arbolado de los jardines, recintos con un número importante de ejemplares, generalmente bien cuidados, que el arbolado que simplemente se alinea y malvive en una calle. Y no son lo mismo los frondosos y venerables olmos, plátanos, acacias, etc. que van cayendo como consecuencia de la incuria y la dejadez, que los nuevos arbolitos de “diseño”, jacarandas, mimosas, albizias (la nueva moda), árboles de Júpiter, árboles del amor, etc., seguramente más bellos para el profano y menos “bastos”, pero que ni de lejos proporcionan las amplias sombras de los otros, a los que van desplazando.

Lo ”ornamental”, la “filigrana”, como en todas las cosas de la vida, tienen que venir como un añadido, siempre cuando se haya cubierto lo “básico”, y que en el caso de un árbol se centra simple y llanamente en proteger del sol y proporcionar frescor. Y esta carencia “básica” se nota en las avenidas o calles por donde malamente deambula en verano cualquier abrasado peatón. No se respeta al árbol antiguo si tiene la mala suerte de encontrarse por medio de una obra en el momento preciso en el instante fatídico. Da igual el sentimiento que lleven detrás, da igual que casi todos recordemos con cariño y nostalgia a algún árbol que nos recuerde tiempos ya pasados, donde haber jugado, trepado, escrito en su corteza o simplemente haber comido de sus humildes frutos.

Porque al final, a esas moreras, higueras, acacias, olmos, álamos… que llevan aquí más que nosotros, les es aplicable, intercambiando simplemente el nombre de la especie, aquello que cantara a una palmera Abderramán I: “Creces en la tierra en que eres peregrina”. Porque estos antiguos árboles son “exiliados” y “extraños” en su propia ciudad. Todavía resisten algunos, como ese espléndido y solitario fresno de Santa Marina, esquina con la calle Moriscos, que no se ha enterado aún de que por allí ya no circula “su” arroyo. Y que en su vejez, abandonado, trata de sobrevivir otro año más a los rigores de un invierno que, ojalá, no sea el último.

Imagen 3. El fresno de Santa Marina.

(1) “Descripción abreviada de los árboles que se han de adquirir para los paseos y jardines”. Córdoba 1 de diciembre de 1881. El Ingeniero Agrónomo Municipal, Juan de Dios de la Puente, en A.M.C.: Sec. 7ª Ser. 3. Caja 6-4. Exp. S.n.º: Relativo a la adquisición de árboles y arbustos con destino a su plantación en los jardines y paseos públicos. Año 1881, s.f.

19 comentarios:

Manuel Estévez dijo...

Amigo Laurentino


Enhorabuena por esta entrada, y el "recreo" que supone hablar de los árboles de nuestra querida ciudad de Córdoba.

Llevas razón en tus denuncias, y es de lamentar que se le pierda el respeto a tantos árboles.

Algunos crecieron junto a nosotros pero la mayoría "ya eran" adultos cuando nosotros andábamos por las calles.

Todavía recuerdo la bronca que le echó DON CAYETANO, profesor de la Escuelas López Dieguez, cuando un alumno cimbreaba UNA FALSA-ACACIA (Robinias)que acababan de sembrar
en la fachada del Colegio y en la acera de enfrente. (1950).

Por aquellas mismas fechas más o menos, también se sembraron este tipo de árbol en la carretera del Silo (antigua Palma del Rio). En el tramo que iba desde el antiguo viaducto de la Electro Mecánicas a la Venta de San Francisco.

Testigo de toda esta siembra, fue la simpática DELICIAS, que en los Olivillos de D. Felix, era parada de DESCANSO, para las familias que desde Córdoba, Y ANDANDO, iban al Economato de la Electro Mecánicas, a por su suministro.

El fresno de Santa Marina, fue el "PALCO" elegido por muchos nenes de aquella época, para ver pasar el cortejo funebre de Manolete, que encaró la CALLE MAYOR, llena de CRESPONES NEGROS por todos los balcones "que hablaban" de la pena de un barrio por su torero.



Saludos

Laurentino dijo...

Muchas gracias Manuel,

Esa es una cosa que nuestros gobernantes no tienen en cuenta cuando se llevan un viejo árbol por delante: los recuerdos que deja atrás.

Y es que muchos poetas han cantado a los árboles, porque les transmitían emociones puras. Aún no conozco a nadie que le haya dedicado un soneto a una losa de granito u hormigón.

Saludos.

Saludos.

Alberto EM dijo...

Lo que resulta notorio es el hecho de que a finales del siglo XIX se realizaran informes botánicos más serios y concienzudos que hoy día.

Lo de las obras y los árboles es para echarse a temblar. Si un árbol molesta, tala y a otra cosa mariposa. No hay ni la más mínima intención de buscar alternativas, o simplemente de planificar las cosas como debiera, para evitar que cada vez que una calle "se levanta" primero talen los árboles y después se paren a pensar. Es la mentalidad de esta ciudad: primero arrasamos y luego edificamos.

Paco Muñoz dijo...

Laurentino enhorabuena por el rato agradable, ya era hora que también te prodigaras, y que bien. Se disfruta leyéndote, lástima que mis conocimientos arbóreos no me sitúen adecuadamente con cada uno. Conozco los justos y creo tener una publicación que se llamó los Árboles de Córdoba, donde se detallaban, con fotografía, y lugar de emplazamiento, que tu artículo me hace mirarlo otra vez.

Se me ha venido a la memoria uno muy solemne, el que estaba en el cruce del cuartel de la Policía Armada y los pisos de la Lastra. Le llamaban el "árbol gordo", y hoy es un matorral. Es verdad que se secó. O el Eucaliptus al final de la carretera Madrid, casi en la Choza del Cojo, a la izquierda, que amaneció una mañana cortado y tenía como metro y medio de diámetro, de la talla de los que están delante de la piscina de Lepanto. Y muchos etceteras más.
Gracias Laurentino.

Laurentino dijo...

Saludos Alberto y Paco,

Alberto, has dado en el clavo: ese es el problema fundamental de todo esto. Falta planificación. Que las cosas se hacen a salto de mata, y hoy quitan y mañana ponen, y pasado mañana vuelven al principio. Y por medio arrasan con lo que pillan.

Paco, recuerdo perfectamente ese árbol de cuando iba al Arcángel al fútbol. Creo que era un olmo. Y es que es pensar en árboles con "solera" y no se para. Así a bote pronto, sin contar con "tu" imponenente plátano de los Padres de Gracia, me acuerdo de un gran eucalipto en Fernando de Lara (ya talado), unas acacias con espinas antiquísimas (se disntinguen fácil por sus enormes frutos) donde hoy está la Biblioteca Municipal de Lepanto, los almezos de Medina Azahara (posiblemente los seres vivos más antiguos de Córdoba, llevan ahí desde el siglo X),los dos imponentes álamos blancos junto a la puerta de los aparcamientos de la Diputación, los alcornoques de la carretera de las Ermitas...

En relación con lo del libro que comentas seguramente te refieres a uno de Manuel de César y Lola Salinas sobre los árboles de Córdoba, editado con apoyo del Ayuntamiento. Es una joya, muy recomendable. Una pena que no haya dinero en las arcas municipales para subvencionar este tipo de iniciativas que son CULTURA con mayúsculas (lo mismo que la reedición del libro de López Amo sobre los veneros). Ahora no hay de donde rascar, pero cuando ha habido en los últimos años, se prefiere subvencionar otro tipo de actos "culturales", a mí entender más prescindibles.

Ea, y a ver si saco tiempo, y no dilato tanto las entradas.

Un abrazo.

Manuel Estévez dijo...

Amigo Laurentino


Hablando de árboles me has traido
recuerdos imborrables, de aquel patio de los eucaliptos del Colegio
Salesianos.

Recuerdo que aquellos árboles debían de ser de primeros de siglo, de cuando se inauguró el Colegio.

Estos árboles fueron precursores del fútbol del "Tiqui-Taca" como le dicen al juego que hacían los jugadores de la selección.

Allí se metían con el balón muchos y entre la pared y los troncos "driblaban" a todo el mundo.

Uno que se hizo famoso por este
tipo de regate, fue el "Cheles"
(Urbano Milla).

Siempre que llovía o había algo de tormenta, los alumnos miraban los eucaliptos con cierto recelo, ya que más de una vez el aire hizo que alguna rama diera un susto, y curiosamente se "toqueteaba" el tronco en algunos huecos porque al parecer decían que daba "calambre"

Estos árboles los cortó un vecino del cerro de la Golondrina, que se llevó la madera.

El día de TODOS LOS SANTOS, eran
ellos testigos, junto al Arcangel San Rafael, que presidía el patio, de la lluvia de "CASTAÑAS" con la que nos obsequiaban los curas.

Precisamente el otro día estuve visitando a D. Jesús Amable, el salesiano que en 1952, fue el que ordenó que nos echaran aquellas "esperadas" castañas. Está muy mayor pero lúcido.


Saludos

Laurentino dijo...

Manuel, creo sinceramente que no se le hace justicia a los eucaliptos, cuestiones sentimentales aparte. Nos han estando bombardeado desde hace muchos años con lemas de que si esquilman, que si destruyen la materia orgánica del suelo. Hasta "asesinos" los han llamado...

Pero ahora dicen los expertos que son "buenos", que en relación con los nutrientes que toman (muchos, ciertamente) crean más madera y hojas que otros árboles de más fama. Por eso dicen de volver a ponerlos, para que capten CO2 y luchar contra el efecto invernadero.

A ver si se aclaran.

Un abrazo.

Paco Muñoz dijo...

A mí nunca me han molestado, a lo mejor por tener el espíritu contestatario. Recuerdo cuando mi madre me hacia hacer vahos con sus hojas para el resfriado, y años, muchos, después en una excursión a Tetuán compre sus semillas en un bote que haciendo una muñequilla con ellas y un pañuelo fino, te las ponías en las fosas nasales y te hacía el mismo efecto.

Se queja la gente, con esos juicios paralelos que habitualmente hace la sociedad, de que son dañinos, sin saber nada. En esto, la sociedad es como el vecino/a tontos entrevistados en un suceso de barrio, que no sabe nada pero es el que opina de cómo fue el asesinato, o el robo, sin estar ni siquiera en el lugar del crimen.

Si hablamos de daños habría que comentar el de la invasión franquista de pinos, con intereses determinados, en lugar de sembrar autóctonos. O el daño de sus agujas y su acidez a su rededor. O el ahora no puedes comer pescado azul, y ahora con los “omegas” de los c..ones son imprescindibles para la salud. O el azúcar, o los plátanos, o montones de historias comerciales, que es lo que subyace siempre con estas leyendas urbanas, o el desnatado de la leche, o la poca vergüenza que tenemos aceptar eso que llaman, en una lengua extranjera colonizadora “light”, para no engordar, cuando se mueren de hambre los seres humanos Tierra abajo, o incluso, sin ir más abajo, lo pasan mal en ésta.

Son las contradicciones de una sociedad manejada por los medios de comunicación, a las ordenes de los especuladores internacionales, pues no tienen nación, ni ideología, sólo el credo de la avaricia le pese a quien pese, y lo curioso es que saben no ser eternos, que morirán riquísimos pero “entregaran la cuchara” más tarde o más pronto.

Paco Muñoz dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Paco Muñoz dijo...
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Manuel Estévez dijo...

Amigo Paco


El problema de los árboles y sus distintas utilidades, obviamente no es causa de la ideologia politica.

Todas las barbaridades politicas y con datos que se producen, son la descarada consecuencia de esta politica de "partitocracia" que en sitios claves para la economia y la nación COLOCAN SOLAMENTE, al enchufado de turno, por buscar los votos.

El campo, la economia, y todo lo que repercuta en la sociedad tiene que estar en la MEJORES MANOS, y con todos las aceptaciones.

Sería absurdo que un alto afilido de la influyente UGTE, hiciera una operación a corazón abierto, por el papel politici que representa.

De forma lamentable y en otra areas claves para los ciudadanos, se estan dando poco menos que esas circunstacias.

Ya esta bien de ministros-bombilla
y de gente que no tiene ni idea.

De nada nos vale hablar de "patas-cortas" cuando ya hace años que desapareció.

Desde que está la "democracia" han tenido tiempo de quitar a todos los pinos "absurdos" y poner algo que represente para ellos alguna aunque sea minima responsabilidad.


Al muerto la "cebada al rabo"



Saludos

Laurentino dijo...

Terciando un poco en la cuestión, Paco tienes toda la razón en lo de los intereses creados y en que la propaganda crea bulos intencionados para servir a sus amos (que si los eucaliptos son criminales, que si el cerdo es malo, que si la gripe A nos va a matar a todos como no haya vacunas, etc.) El Cui podest? de los clásicos, en román paladino, ¿quién saca tajada de esto? sigue siendo válido.

Pero en el caso de los pinos, abusando de tu confianza, discrepo un poco. El pino está aquí, en España y Andalucía, por lo menos desde la época de los romanos, si es que no es autóctono cien por cien (lo que no es, por ejemplo, ni el olivo, traído por los fenicios). Ya hablan las fuentes romanas de los pinos madereros que bajaban en barcazas por el Guadalquivir desde la actual provincia de Jaén. Ciertamente estoy contigo en que se abusó del pino, y que mezclaron de mala manera especies autóctonas como el pino piñonero con otras especies de pinos foráneas.

Aparte de esto, hay que tener en cuenta lo rápido que crece el pino comparado con las autóctonas que indicas, que supongo te referirás a la encina, el alcornoque, etc. Pero es que una encina o un alcornoque tardan muchísimos años en crecer y "madurar". Además, si se deja que la "naturaleza" actué por sí sola (lo que ha solido pasar tras las forestaciones de pinos que comentas), los brotes de las encinas o alcornoques (de bellota o de la propia raíz en ejemplares viejos) darían lugar a una especie de matorral (como los chaparros o las coscojas) que, con su ritmo tan lento de crecimiento, apenas podrían crecer "asfixiados" entre jaras, lentiscos, retamas, etc. Y si hoy vemos esas hermosas dehesas con imponentes encinas y alcornoques es porque la mano humana, los ganaderos, han eliminado mediante desbroces estos matorrales y arbustos competidores para mejorar el pasto para sus ganados. Y cuando el ganadero tiene que dejar su actividad (como pasa hoy, desgraciadamente) las encinas y alcornoques morirán sin renuevos, y al poco estará aquello invadido de jaras y similares. Basta darse una vuelta por zonas de nuestra sierra para comprobar este hecho.

O sea, que pienso que posiblemente lo ideal sería usar encinas y alcornoques para forestar, pero habría que pagar ingentes sumas para el personal que los cuidase, porque los que nos lo hacían prácticamente "gratis", los ganaderos, están siendo los pobres machados por una política agraria que sólo les pone trabas mientras permite que las multinacionales sin ninguna cortapisa inunden nuestros mercados con carne "barata" de fuera.

Un abrazo.

Paco Muñoz dijo...

Laurentino, en primer lugar no tengo más remedio que descubrirme ante tu detallada explicación. Me he dejado llevar por lo que he criticado del eucalipto, la creación de una leyenda. En realidad entiendo, el pino es más rentable. Y efectivamente la invasión del matorral es tremenda, salvo que el terreno sea de dehesa y está limpio por los que lo utilizan. Muchas gracias.

Manuel Estévez dijo...

Amigo Laurentino


Se de tu amor a todas las cosas de Córdoba. Conozco tus conocimientos sobre las aguas de Córdoba y tu gran pasión por los árboles que un día poblaron nuestra Córdoba.

Pero como se que por encima de todo eres un gran técnico investidaor.

Tengo que decirte:

Que Miguel Melero, el "Alcalde" de la Piedra Escria y varios más me han hablado del Edificio de pisos que intentó constriir Ariza, y al parecer se arruinó en el intento.

Lugar: Escaleras Adarve-Campo de la Merced.

Allí han asegurado que brotó gran cantidad de agua, y que no podían achicar. También aseguran que en determinados momentos este agua salía con un COLOR AZULADO.

Por favor amigo Laurentino darnos una explicación de este tema.


Saludos

Laurentino dijo...

Nada Paco, mira, ojalá algún día se reconozca el papel de esa gente humilde que se "echaba" al campo y lo cuidaba, desbrozando, limpiando, cuidando los brotes...Los pastores, cabreros, piconeros, carboneros, podadores, etc. O es que nadie ha reparado en que las fuentes históricas no citan apenas (si es que hay algún caso) de grandes incendios en nuestra sierra, en esas épocas en que no habría ni medios para sofcarlos.

Pero hoy la sierra parece que va a quedar sólo para monterías (lo que no urbanicen), y esas fincas con tanta espesura son una bomba potencialmente inflamable.

Y Manuel, intentaré a ver si hilo algo al respecto.

Un saludo a ambos.

ben dijo...

Magnífico blog,con muchos datos téc
nicos,humanos y del recuerdo,pasa
do.
Sobre el eucalipto,recuerdo el pe
queño bosque que había en la carre
tera de Trassierra,pegado al canal,
antes de llegar al castillo de la Albaida,allí nos refugiabamos los
chicos,para bañarnos en el canal,co
sa que estaba prohibida.
El interes actual por el eucalipto
proviene,de la calidad que aporta
a la pasta de celulosa,origen del
papel y otros productos,como la
nitrocelulosa.Del grupo de las fron
dosas,el eucalipto,aporta una de las mejores fibras cortas,necesa
ria para la fabricación de papel de
calidad,ya que su lignina,es muy fácil de eliminar.De aquí que la
empresa ENCE tenga interés en ese
árbol.
Saludos

Laurentino dijo...

Estimado ben,

lo primero de todo es decirte que me produce una tremenda alegría el verte por estos andurriales, ya que sigo tus amenos, cálidos y siempre intesantes comentarios por otros blogs de nuestra Córdoba.

y para no ser menos yo también tengo mi eucalipto favorito. Es uno que se encuentra donde se unen el arroyo de Pedroches y sus afluentes del Barrionuevo y el Ventilla, cerca de unas preciosas cascadas. Lo ves como un guía de lejos, alto y majestuoso, y sabes que vas por el buen camino para no perderte.

Un abrazo.

Paco Muñoz dijo...

Laurentino, precioso, hay varios por ese lugar donde están las piedras no recuerdo si ruedas de molino o comederos. Es inmenso, fue durante tiempo paseo de Conchi y mio, de muchos domingos. Luego antes de llegar a la cascada, el camino se derrumbó y había que subir por una zona algo más complicada. La zona es preciosa a dos pasos de la ciudad.

Siempre que vamos por allí recordamos un paseo con un matrimonio amigo, que, cuando cruzamos el arroyo de Pedroches, en la confluencia del Barrionuevo, Ventilla y Los Villares, le dijo ella a él, en petit conmité, pero lo oímos: -Cariño, eres el que mejor pasas el arroyo. Muy "fisna" eran valencianos. Y Conchi me lo dice siempre que paso algún charquillo de nada.
Un abrazo.

Laurentino dijo...

Hay gente para todo. Yo reconozco mis limitaciones, y soy más bien de los que prefieren dar un rodeo subiendo y bajando cerros que cruzar un arroyo con agua de piedra en piedra.

Un saludo, Paco.