jueves, 25 de febrero de 2010

El precedente de la Ronda Norte

A principios de este mes de febrero se presentó en sociedad el (aún) anteproyecto del tramo de la Ronda Norte que unirá la calle Madres Escolapias, en el entorno del Barrio del Naranjo, con el comienzo de la Ronda Oeste, cerca de la nueva Glorieta del Tablero. El tramo, objeto de múltiples controversias con los vecinos, tiene como rasgo más característico su paso por la vertiente meridional del cerro de la Asomadilla mediante túneles y pasos semienterrados, de los que se señala su "complejidad", además de recalcarse que se está a la espera de estudios geológicos y arqueológicos que podrían motivar cambios en el trazado inicialmente propuesto.

Ciertamente la tarea tiene cierta dificultad: uniendo aproximadamente en línea recta la cima de este cerro con la Glorieta de la Castilleja hay una divisoria de aguas. Lo que llueve a su izquierda (mirando al Norte), pertenece a la cuenca del arroyo del Moro, que se dirige hacia el Brillante y el Tablero, y lo que llueve a su derecha va a la cuenca del arroyo de las Piedras, que desagua en dirección a la Glorieta de Sansueña y el Barrio del Naranjo. Así, la Ronda pasa mediante túneles y trincheras de una cuenca a otra, aunque lo que transite por ellas ya no sean arroyos como tales, sino anónimos colectores de alcantarillado.

Lo curioso del caso es que una obra similar, pero por la vertiente norte del cerro, ya se realizó en Córdoba. En efecto, las llamadas "Aguas de la Huerta de la Reina", citadas por López Amo en su obra de "Las aguas de Córdoba" constituían una conducción de aguas que llegaba hasta dicha Huerta y uno de cuyo nacimientos, indica López Amo, "viene del Puente de Sansueña". El autor se lía un poco al hablar de estas aguas, pues indica que hay tres nacimientos o ramales y luego sólo cita dos, el referido de Sansueña y otro por la Arrizafa. El tercero, según mis propias indagaciones, venía de la vaguada del arroyo del Moro, bajando por el terrizo de la calle Cardenal Portocarrero. (El ramal de la Arrizafa, por cierto, posiblemente esté relacionado con la noria recientemente destrozada junto al circuito del Tablero, tema tratado con ardor en el foro de la Calleja de Las Flores, dentro de una entrada excepcional del bloguero La Colina sobre las alcubillas cordobesas).

Pero volviendo al tema que nos ocupa, que es la conducción que atravesaba la Asomadilla por su cara norte, podemos encontrar más información sobre la misma en una disertación sobre la minería y la metalurgia en Al-Andalus realizada por el Ingeniero de Minas Antonio Carbonell, en el marco de la Semana del Milenario del Califato de Occidente (enero de 1929). Afortunadamente, el contenido de dicha exposición puede leerse en la digitalizada Revista Minera, tomo LXXX, también de 1929. En dicha revista, el texto de Antonio Carbonell se reparte entre varias páginas, y entre diversos temas que aborda, destaca para lo que nos concierne la página 218, donde refleja su admiración por esta obra (Imagen 1):


Imagen 1. Página 218 de la Revista Minera, Metalúrgica y de Ingeniería. Tomo LXXX


Otra referencia más a esta importante (y desconocida) tarea de ingeniería puede encontrase en la revista "Acta historica et archaeologica mediaevalia" (1993-94), en un artículo de Ricardo Córdoba. En dicho artículo, citando como fuente a Rafael Castejón y su obra "Córdoba califal" (1929), se indica que la obra fue realizada en época de Abderramán II (Imagen 2):

Imagen 2. Página 362 de la Revista Acta historica et archaeologica mediaevalia (1993-94).


Recordemos, además, que tanto Rafael Castejón como Antonio Carbonell formaron parte en el lejano verano de 1925 de una excursión en busca del nacimiento del acueducto de Valdepuentes (¡quién estuviera allí!), que fue punto de partida para el estudio que sobre dicho conducción del Bejarano realizó Ángel Ventura, y en el cual éste demostró que, contra lo que se creía y admitía, el acueducto es romano, no califal. Lo señalo porque la obra de las Aguas de la Huerta de la Reina espera también a alguien que la investigue con cierto rigor (hace mucho ya desde los años 20 del siglo XX) y que confirme o rebata su datación califal.

A día de hoy, ¿qué queda de todo esto? Pues bien, se puede dar uno un paseo subiendo la calle San José de Calasanz y descubrir, entre las tapas de alcantarillado, algunas de un modelo antiguo que pone "Aguas Huerta de la Reina", en uso hasta los años 60-70 del siglo XX. Personalmente pude abrir (con permiso) la tapa más alta (en la intersección de San José de Calasanz con la calle Asomadilla), descubriendo un pozo labrado en la roca que desembocaba en una cámara o galería de gran dimensión. El fondo estaba a una profundidad de más de 15 metros, pero la profundidad era aún mayor, por cuanto una gran cantidad de escombros y rocas desprendidas impedía acceder al nivel de suelo original. Desgraciadamente, la altura y la oscuridad eran tales que las fotografías tomadas no sirvieron para nada...

Así que cuando esté uno en el punto más alto de la calle San José de Calasanz, y vea a la considerable altura a la que se encuentra sobre el comienzo de la calle, bien sea entrando por Sansueña o por el Brillante, recuerde que una gran galería atraviesa la base rocosa del cerro de un sitio a otro. En Toledo, han puesto en valor recientemente conducciones de agua similares como reclamo turístico (la llamada "Cueva de Hércules"). Yo, simplemente me conformo con que con esta entrada quede por lo menos constancia de la existencia de esta obra histórica antes de que desaparezca.

3 comentarios:

Paco Muñoz dijo...

Laurentino, he devorado prácticamente tu interesante artículo, y luego lo he vuelto a releer. Es increíble que esas cuestiones no estén datadas adecuadamente, e incluso con reportajes fotográficos o de vídeo,hoy en día no habría problema como el que tuviste tu.

El trabajo de Antonio Carbonell lo datas en 1929, y es de valorar el trabajo de hace casi cien años y sin tecnología apenas.

Enhorabuena por tan didáctico artículo y por permitirnos aprender a algunos cuestiones valiosas de nuestra tierra.

Un saludo.

Laurentino dijo...

Paco, y no olvides que tanto Antonio Carbonell como Rafael Castejón eran hombres de los llamados de "ciencias", para los que la "historia" era una parte adicional o complementaria de su formación original.
Ahora se ha perdido en gran medida esa actitud polifacética, y como para nuestros gestores y autoridades "técnicas" los veneros ya no sirven para su estricto cometido de abastecer de agua a la población, los abandonan como un estorbo y no se paran a pensar en todo el aspecto histórico o cultural que llevan detrás.

José Manuel Fuerte dijo...

Da gusto ver que aún hay gente que se preocupa por lo que nos ha llegado. No tenía ni más remota idea de lo expuesto, pero a partir de hoy estaré muy pendiente de lo que pueda ocurrir en la zona.

Solo me queda agradecer esta información.

Un saludo